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De acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas, en el mundo hay actualmente 1,500 millones de jóvenes, entre los 15 y 24 años de edad de acuerdo con las definiciones globalmente aceptadas. Las proyecciones demográficas, sin embargo, plantean que el universo de jóvenes se ampliará significativamente en las próximas décadas.

De ahí que en 1998 se celebrara una Conferencia Mundial de Ministros de Asuntos de la Juventud la cual consiguió el respaldo de la Asamblea General de las Naciones Unidas para emitir la Resolución 54/120. De acuerdo con esta resolución, cada 12 de agosto se celebra, en todos los Estados miembros, el Día Internacional de la Juventud como una forma de hacer patente el compromiso de los gobiernos a favor de la promoción de políticas para proteger y apoyar a un sector clave de la sociedad: los jóvenes.

No se necesita ser un experto para advertir que la inversión en los jóvenes es una pieza fundamental de cualquier política pública para promover el desarrollo económico y social. Mientras más sanos, mejor educados, más felices y plenos, harán una aportación mayor al desarrollo de su comunidad hasta convertirse en verdaderos artífices para la superación de la pobreza en su entorno inmediato.

Pero la propia juventud enfrenta una realidad más compleja. De entrada, el Informe sobre la Juventud Mundial 2005 da cuenta de la existencia de más de 200 millones de jóvenes en el mundo que viven con menos de un dólar por día, 130 millones son analfabetos, 88 millones están desempleados y de entre los que padecen de una salud precaria, 10 millones podrían ser portadores del VIH Sida.

La insuficiencia de la inversión pública y los programas focalizados hacia la juventud es un acuciante problema global que, en el contexto del cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, no puede ser relegado de la agenda. En México mucho tenemos que hacer para remontar este histórico lastre.

Tan sólo en nuestro país, 14.9 millones de jóvenes están en pobreza mientras 3.3 millones viven en pobreza extrema. De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), éstos sufren de severos rezagos educativos, un precario e insuficiente acceso a servicios de salud, seguridad social, vivienda y alimentación especialmente en cuatro estados: Chiapas (con más del 75% de los jóvenes en pobreza multidimensional), Guerrero, Puebla y Oaxaca. Mientras que en el Estado de México, más de la mitad de los 4.5 millones de jóvenes entre los 12 y 29 años de edad, se siente discriminada o con pocas perspectivas hacia el futuro.

Por ello, las necesidades que emanan de esta franja poblacional deben ser atendidas sin mayores dilaciones y, en definitiva, son los tres niveles de gobierno los responsables de comprometerse a una acción decidida para cerrar el paso a lo que puede ser una tragedia muy importante en términos de capital humano y equidad social. Hay que considerar que no son sólo problemas socioeconómicos sino también de otra índole –discriminación, violencia, represión, adicciones, subrepresentación en distintos espacios, escasez de opciones culturales y recreativas- los que también afectan severamente a nuestros jóvenes.

La acción es impostergable, más aún, si consideramos que de acuerdo con el INEGI se espera que México tenga 29.5 millones de jóvenes en 2015. Ese bono de talento, creatividad y energía tenemos que aprovecharlo al máximo mediante una fuerte inversión pública.

Sin embargo, quizá sea tiempo de comenzar a cambiar el paradigma imperante. Me refiero a dejar de ver a los jóvenes como objetos pasivos de la acción pública y considerarlos mucho más como sujetos activos en el diseño de las políticas que les asistan. Por ello, la relevancia del Día Internacional de la Juventud que pone el acento en la participación plena de los jóvenes quienes, con plena conciencia de su realidad, pueden hacer la diferencia.

En ese sentido, el Senado de la República aprobó declarar el 12 de agosto como “Día nacional de la juventud” en consonancia con el Día Internacional y con la celebración, del 23 al 27 de agosto, de la Conferencia Mundial de la Juventud 2010 en León, Guanajuato, un espacio donde jóvenes de 93 países establecerán un espacio de discusión y reflexión.

Esta conferencia, una iniciativa del gobierno de México con el respaldo de Naciones Unidas, contará con tres espacios vinculados entre sí para hacer converger a los tres agentes sociales estratégicos para hacer posible una plena participación de los jóvenes como agentes del desarrollo, la paz, los derechos humanos y la democracia. Por un lado los propios jóvenes y, por otro, organizaciones no gubernamentales y de la sociedad civil, autoridades públicas y representantes gubernamentales así como legisladores.

De este modo, tanto el Foro Social, como el Foro de Gobiernos y el Foro de Legisladores estarán interactuando para escuchar a los jóvenes y juntos diseñar los programas y las iniciativas de gobierno para dar pleno seguimiento y atención a sus necesidades más apremiantes.

Entre otros temas a ser abordados destacan los de la reducción de la pobreza, la lucha contra el cambio climático, y uso de la energía renovable, generación de empleos con responsabilidad ambiental, protección social en salud y ampliación de oportunidades para la educación.

La declaración que emane de esta cumbre se entregará a la Secretaría General de la ONU. En consecuencia, México tendrá mayores razones para obligarse y comprometerse con una amplia agenda a favor de los jóvenes y siendo ellos quienes principalmente deben recordarle al Estado mexicano de esta responsabilidad.

Artículo publicado el pasado 14 de agosto en Milenio Diario, estado de México

Un nuevo recinto se unirá a los más de 120 museos con que cuenta la Ciudad de México. Se trata del Museo de la Mujer, el cual, por iniciativa de la Federación Mexicana de Universitarias (FEMU) y gracias al respaldo de la Universidad Nacional Autónoma de México, abrirá sus puertas en breve en el Centro Histórico. Se trata de la antigua imprenta de la UNAM en la calle de República de Bolivia.

Inauguración del Museo de la mujer. Foto: http://www.terra.com.mx

Esta bella casa de dos pisos albergará un museo que era ya indispensable establecer en el contexto de la inminente celebración del Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución Mexicana. La Historia de México, durante buena parte del siglo XX, no sólo se venía narrando y construyendo desde una perspectiva masculina sino desde enfoques que soslayaron el papel protagónico de las mujeres en muchos de sus capítulos.

Por supuesto que esto comenzó a cambiar cuando una nueva generación de historiadores puso el acento en los temas de la vida cotidiana, en la llamada “historia de las mentalidades”, la evolución de los derechos de las mujeres y, de manera concreta, en la recuperación de biografías de mujeres notables en nuestro devenir histórico desde la época prehispánica y hasta la actualidad. En efecto, la recuperación y el estudio de esta historia, previamente marginada, será el aporte principal del Museo de la Mujer.

Sin embargo, de acuerdo con sus creadores, será también “un espacio vivo” dedicado a divulgar los elementos principales de una cultura de equidad y no discriminación.

Además de su Colección Permanente que actualmente se encuentra en construcción, el Museo divulgará, mediante presentaciones de libros, ciclos de cine y conferencias, temas relevantes sobre la situación actual de la mujer en México y se unirá a la red de instituciones que se ocupa de apuntalar la equidad de género en nuestro país. Aunque el Museo apenas celebró su preinauguración el pasado 5 de agosto, la UNAM informó que el compromiso es terminar de instalarlo y abrirlo al público el próximo 8 de marzo precisamente cuando se celebre el Día Internacional de la Mujer.

La colección contará con una breve pero imponente exposición que, de manera cronológica, partirá desde la presencia de las mujeres en la sociedad y cosmovisión prehispánicas y culminará en 1953, año en que las mujeres obtuvieron su derecho al sufragio.

En este recorrido histórico se prevé que ocupen un lugar destacado aquellas mujeres que, en distintos momentos, hicieron una aportación fundamental a la construcción de la Nación Mexicana. Es el caso de la poetisa mexicana Sor Juana Inés de la Cruz, la Dra. Matilde Montoya – primera mujer titulada en medicina en nuestro país, las artistas Ángela Peralta, Frida Kahlo, Lola Álvarez Bravo y María Izquierdo, la escritora, activista y diplomática Amalia González Caballero de Castillo –quien abanderó la lucha por el derecho al voto de la mujer en los años cincuenta-, la Dra. Helia Bravo –pionera de la biología en México-, entre muchas otras.

No obstante, en el contexto de la doble celebración por el Bicentenario de la Independencia y la Revolución Mexicana, resulta especialmente pertinente recuperar el papel protagónico que tanto las mujeres en lo general, como algunos personajes femeninos en lo particular, tuvieron en ambos episodios de nuestra historia.

La independencia de México habría seguido un curso distinto sin la presencia de La Corregidora, doña Josefa Ortiz de Domínguez. Gracias a su valiente y decidida intervención, la Conspiración de Querétaro consiguió emitir la Declaración de Independencia y movilizar amplias capas de la población a favor de la insurrección.

Entre los insurrectos había numerosas mujeres. Una de ellas fue la célebre Gertrudis Bocanegra cuya temeridad le ganó el sobrenombre de La Heroína de Pátzcuaro. María Ignacia Rodríguez, alias la Güera Rodríguez, fue otra importante artífice de la consumación de la Independencia.

Sin su intervención, reflexionan algunos historiadores, Iturbide probablemente no se hubiera unido a las filas de los insurgentes y el famoso Abrazo de Acatempan podría no haberse producido. Leona Vicario ocupa también un lugar destacado en la historia de la Independencia de México.

Única mujer a la que se le brindaron Funerales de Estado, Vicario fundó, con su propia fortuna, la orden secreta Los Guadalupes, misma que brindaba apoyo financiero y logístico a los insurgentes.

Por otro lado, durante la Revolución Mexicana, mujeres notables como la maderista Carmen Serdán, la zapatista Esperanza Chavarría, la coronela Juana Gutiérrez de Mendoza, alias La China y la periodista Elisa Acuña engrosaron las filas de un movimiento crucial para la modernización de México. Pero más importante aún, junto a todas ellas, hubo millones de mujeres quienes, desde el anonimato, lucharon por un México libre, independiente y con más oportunidades para todos. Desde las Adelitas revolucionarias, hasta los movimientos feministas en Yucatán, San Luis Potosí y el Distrito Federal, las rebeldes maderistas de Madera, Chihuahua y las primeras universitarias que conformaban el movimiento sufragista, las mujeres son parte indisoluble de esta historia.

Mujeres jóvenes y de la tercera edad, en situación de pobreza y con mejores condiciones económicas, amas de casa, escritoras, poetas, monjas y empresarias, participaron activamente en ambos movimientos. Es menester, por tanto, sacar del olvido sus hazañas, recuperar las historias que dan testimonio de su valentía, compromiso y amor por México así como destacar la actualidad de su ideario a favor de la consecución de mayores oportunidades para mujeres y hombres por igual.

Artículo publicado el pasado 7 de agosto en Milenio Diario, estado de México

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