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Adriana González Carrilo | Diputada Federal
Artículo publicado incompleto el pasado 27 de diciembre de 2014 en Milenio Diario, estado de México
Después de un importante activismo para conseguirlo, se anunció recientemente que México será sede, en agosto de 2015, de la Primera Conferencia Internacional de la ONU para el Tratado sobre comercio de armas de las Naciones Unidas (ATT por sus siglas en inglés). Así lo informó el representante permanente ante Naciones Unidas y Organismos Internacionales, el embajador Jorge Lomónaco desde Alemania, donde 96 países avalaron que México fungiera como sede de la Secretaría provisional del Tratado hasta que en la Conferencia de Estados Parte del ATT se designe la sede de la Secretaría permanente encargada de dar seguimiento a la implementación del mismo. Luego de acumular más de las 50 ratificaciones necesarias, el Tratado entró en vigor el 24 de diciembre de 2014 lo que significa que los primeros reportes en materia de implementación nacional deberán entregarse antes del 24 de diciembre de 2015. Son 125 ya los países que han suscrito este instrumento y 55 que lo han ratificado por lo que comenzarán a obligarse por sus contenidos. Se trata de un instrumento internacional de vanguardia por distintas razones. En primer lugar, proveerá del primer marco normativo para regular las transferencias legales de armas a nivel mundial. Paradójicamente, como señalan expertos, mientras el comercio de bienes se encuentra regulado en el contexto de la Organización Mundial del Comercio, el de armas pequeñas y convencionales no era parte de ningún régimen de observancia obligatoria. En segundo lugar, es un instrumento que aportará sustancialmente a la reducción de la violencia y promoverá, de manera indirecta, la cooperación para el combate al comercio ilegal de armas convencionales y pequeñas. Si bien el Tratado no se ocupa del trasiego ilícito de estas armas genera incentivos para que la comunidad internacional lo combata frontalmente y comprometer a los países que no regulan actualmente el comercio de armas a que lo hagan. En tercer término, el Tratado hace una aportación sustancial al derecho humanitario internacional y sienta un precedente especialmente relevante en lo que hace a establecer disposiciones novedosas para impedir las transferencias de armas ahí donde exista un riesgo considerable de que vayan a ser utilizadas para cometer violaciones a los derechos humanos, crímenes de lesa humanidad, facilitar actos graves de violencia por motivos de género así como para violar medidas adoptadas por el Consejo de Seguridad, especialmente en materia de embargos de armas.
Para México se trata de una oportunidad singular para volver a poner en el centro de la agenda multilateral la discusión sobre regulaciones más estrictas contra el tráfico de armas, y mejores mecanismos institucionales para impedir las transferencias ilícitas y restringir el comercio lícito con objeto de promover la estabilidad y fortalecer la paz y la seguridad internacional. Y es que teniendo en cuenta las legítimas necesidades de seguridad de los Estados, es necesario entender las consecuencias sociales, económicas, humanitarias y de seguridad del comercio no regulado de armas convencionales. Es evidente que para nuestro país, ser anfitrión y organizar la primera reunión de los Estados Parte es crucial para mantener firme el compromiso histórico con el desarme y el combate a los flujos ilegales de armas desde las ligeras hasta las nucleares. El cruce de este tipo de armamento, sin restricciones a través de las fronteras, ha tenido un enorme impacto en nuestro país y ha cobrado innumerables víctimas fatales. Es hora de trabajar para la consecución de soluciones multilaterales a problemas con una fuerte dimensión regional. @AdriGlezCar
Recientemente el Foro Económico Mundial publicó los resultados de una encuesta realizada a más de mil expertos de la industria, la administración pública, la sociedad civil y la academia a quienes se pidió ponderar los 50 riesgos globales a su juicio más sobresalientes que enfrentará el mundo en la próxima década. El Informe sobre riesgos globales 2013, en efecto, arroja información útil para identificar una agenda de amenazas a la estabilidad, el crecimiento y la seguridad mundiales y, por tanto, para ubicar respuestas globales y de largo plazo a las mismas. En primer lugar, el Informe enlista los que, de acuerdo con los encuestados, resultan los cinco riesgos globales más graves y por lo tanto los más urgentes por ser abordados por la comunidad internacional. De manera textual el Informe argumenta que las persistentes dificultades económicas y financieras junto con los fenómenos meteorológicos y ambientales relativos al cambio climático “constituyen una combinación cada vez más peligrosa para la estabilidad económica social, ambiental y tecnológica del mundo”. En efecto, el Informe plantea que en términos de probabilidad se identifican cinco riesgos principales a saber: 1) Graves diferencias de ingreso entre la población mundial, 2) Desequilibrios fiscales crónicos, 3) Aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero, 4) Crisis de abastecimiento de agua y 5) Mala gestión del envejecimiento de la población. Por otro lado, el Informe examina también los riesgos que mayor impacto podrían tener sobre la estabilidad mundial. En este apartado se enlistan también la crisis de escasez de alimentos y la proliferación de armas de destrucción masiva, los desequilibrios crónicos del mercado laboral y la nacionalización unilateral de recursos. El hallazgo central del Informe tiene que ver con las posibilidades reales de que se desate la “tormenta global perfecta”. Con ello el Foro Económico Mundial caracteriza una crisis financiera al mismo tiempo en que se produce una crisis ambiental. El colapso súbito de cualquiera de ellos, sostiene el Informe, pondría en jaque inmediatamente al segundo desencadenando toda clase de implicaciones negativas para la estabilidad y el crecimiento.
Para México la lección es muy clara. Tenemos que seguir apostando fuerte a la cooperación internacional para el desarrollo como única vía para resolver problemas comunes de carácter global. Como país de renta media, tenemos importantes responsabilidades globales en este sentido pero sobretodo responsabilidades regionales frente a amenazas que ningún país puede enfrentar por sí solo. Más aún, actualmente no existe ninguna Nación que por si misma pueda asegurar la paz, la prosperidad y la seguridad de sus integrantes. Los pueblos del mundo necesitamos ser solidarios para lograr construir un mundo más humano, próspero y seguro para las nuevas generaciones. En América Central primordialmente tenemos una responsabilidad importante, clave para garantizar nuestro bienestar, con la seguridad, el desarrollo y el crecimiento económico de la región. A partir de la creación de la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional, México tiene que reformular su posición como un país solidario y comprometido con un esquema integral de cooperación con Centroamérica. Se trata de nuestro vecindario común y, por tanto, tenemos que ocuparnos de él. Ojalá se cumplan, por tanto, las promesas de esta nueva administración para, como dijo el Canciller Meade recientemente, “ampliar y diversificar la cooperación con el fin de profundizar los lazos con todas las naciones hermanas de una región prioritaria para México”.
Artículo publicado el pasado 12 de enero en Milenio Diario, Estado de México