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Foto: AFP y zocalo.com.mx

Artículo publicado parcialmente el pasado  5 de octubre  en Milenio Diario, estado de México 

A mediados de semana tuvo lugar un acontecimiento poco visto en la historia reciente de los Estados Unidos que amenaza con tornarse en una crisis financiera y eventualmente en una recesión peor que la originada en 2008. Luego del fracaso en las negociaciones para la extensión temporal del presupuesto por parte de los republicanos que dominan la Cámara de Representantes y los demócratas en el Senado, la administración pública cerró labores. El primer minuto del martes, hora de Washington, comenzó esta parálisis fiscal y burocrática donde la mitad de los 2.1 millones de empleados federales han suspendido sus labores mientras la otra mitad seguirá trabajando –el personal federal con funciones esenciales como la seguridad pública, la salud, aduanas, el servicio postal entre otros- sin percibir salarios y tan sólo bajo la promesa de un pago retroactivo de los mismos.

La parálisis es el resultado de un diferendo político que ha arrastrado al país a una crisis de proporciones aún insospechadas por las pocas posibilidades de ser resuelto en el corto plazo, a diferencia de su antecedente inmediato en diciembre de 1995. Por un lado, el presidente Obama y los demócratas han venido promoviendo agresivas políticas de gasto social y concretamente una reforma sanitaria –la denominada Obamacare- que se ha convertido en el sello característico de esta administración. Por el otro, algunos representantes del Partido Republicano, especialmente el grupo radical conocido como “Tea Party” defiende la idea de un gobierno que gaste menos, que elimine programas asistencialistas y se opone rotundamente a la entrada en vigor de la Obamacare que es ya una realidad. Mientras los primeros se oponen a discutir con los republicanos cualquier posibilidad de dar marcha atrás en la reforma sanitaria, los segundos advierten que no habrá presupuesto público. Sin duda, el conflicto tiene una importante vertiente electoral que si bien anticipada a los tiempos legales advierte ya una competida contienda política en los años por venir.

Los daños a la economía de Estados Unidos son evidentes pero también los que empiezan ya a sentirse en la economía mundial. El Departamento del Tesoro ha advertido ya que la suspensión de pagos –que podría tener lugar a mediados de mes- puede ser catastrófica al grado de desploma el dólar, paralizar los mercados de créditos y hacer aumentar exponencialmente las tasas de interés en Estados Unidos. Ante ello, los mexicanos parecemos no estar suficientemente conscientes de las consecuencias negativas que esto podría significar para la economía nacional. En primer lugar, la prensa en general, con notables excepciones, ha mostrado su cara más parroquiana al no dar la importancia debida a esta información. En segundo lugar, la crisis presupuestaria más grave de los Estados Unidos en las últimas décadas –esto a pesar de que en la historia de Estados Unidos haya sucedido esto ya al menos en unas 17 ocasiones- no ha merecido una declaración pública del Gobierno Mexicano. De prolongarse la crisis, México verá necesariamente reducirse su tasa de crecimiento de la mano de una reducción importante de las exportaciones y de los ingresos vía remesas. No obstante, como en muchos de los temas que nos vinculan con los Estados Unidos, las autoridades federales aún no toman decisiones y prefieren adoptar el silencio por política. Ojalá se estén planteando ya, con seriedad, la necesidad de un plan para sortear lo que puede ser una nueva y profunda crisis económica. @AdriGlezCar

Un efecto especialmente nocivo para el desarrollo de México y, particularmente, para el mejoramiento del nivel de vida de los más pobres, es la reducción en el envío de remesas internacionales. Por causa de la crisis económica, y particularmente del desempleo y la desaceleración productiva en los Estados Unidos, el envío de remesas a nivel global se ha reducido considerablemente y México no es la excepción. Tan sólo durante el segundo trimestre de 2008, el envío de remesas de mexicanos en el extranjero a sus familias se redujo un 18%. Peor aún, el número de hogares que se beneficiaban de esos envíos disminuyó, aproximadamente, un 14.8% según un reciente informe del Banco BBVA con base en datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos en los Hogares. De acuerdo con estas cifras, en el periodo que comprendió de 2006 a 2008, más de 275 mil familias a nivel nacional y concretamente 225 mil en poblaciones rurales, dejaron de contar con esta importantísima fuente de ingresos. Con base en estos resultados, y bajo el entendido de que para una alta proporción de este segmento poblacional las remesas eran prácticamente su único o principal ingreso, es evidente que la pobreza alimentaria, de capacidades y de patrimonio aumentará considerablemente.

Peor aún, aunado a la disminución de remesas que envían nuestros connacionales desde la Unión Americana, la crisis ha provocado que incluso familias mexicanas, especialmente en estados como Michoacán, Zacatecas y el Estado de México, envíen dinero a sus familias en Estados Unidos. Y es que la crisis económica en Estados Unidos ha lastimado especialmente al sector donde cada vez más migrantes ofrecen servicios: la construcción.

Tan sólo en el Estado de México, de enero a mayo del 2009, las remesas sumaron 750 millones de dólares, 100 millones de dólares (11%) menos que en el mismo periodo del año pasado.

Según Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la CEPAL, mucho se puede hacer desde los gobiernos y la iniciativa privada para reducir el impacto que tiene la crisis sobre la disminución de las remesas. Para ello menciona, entre otras medidas, la exigencia a los bancos para que reduzcan sus comisiones y para que no trasladen el costo de las transferencias sobre los migrantes, focalizar las medidas anticrisis al mejoramiento del ingreso de los hogares más pobres así como evitar nuevas restricciones migratorias. Pero, mucho más importante todavía, afirma que es indispensable incentivar inversiones productivas en comunidades expulsoras de migrantes.

En los Estados Unidos, distintas instancias de origen mexicano están haciendo un esfuerzo importante en este sentido. Destaca el reciente anuncio del consulado de México en Chicago de una nueva estrategia de promoción de las remesas denominado “Directo a México”. Este proyecto tiene la finalidad de identificar “circuitos migratorios” como el existente en el corredor Chicago-Michoacán-Jalisco-Guanajuato en donde en breve se pondrá en marcha una alianza entre instituciones bancarias, cajas de ahorro y uniones de crédito para un envío seguro y económico de dinero a nuestro país. La importancia de este programa tiene que ver con que fue una creación de los bancos centrales de México y Estados Unidos quienes, conscientes de la necesidad de reducir los costos de los envíos, consiguieron reducir la comisión a su mínimo: tres dólares por envíos de hasta cinco mil dólares.

Foto: ciudadania-express.com

Y es que con crisis económica o sin ella, una condición estructural de las economías mexicana y estadounidense es la complementariedad en materia de mano de obra y capital por lo que seguirá habiendo migración. Además, según un reciente estudio del Banco Interamericano de Desarrollo, los mexicanos están demostrando tener capacidad de adaptación a la crisis y están compensando su reducción de ingresos trabajando más o incursionando en otros sectores donde existen más oportunidades para emplearse.

De ahí lo importante que será dar puntual seguimiento a la discusión que, el presidente estadounidense Barack Obama ha anunciado ya, se dará en el Congreso estadounidense a principios del próximo año con respecto a una reforma migratoria. Tocará a la política exterior mexicana y sus funcionarios responsables redoblar esfuerzos para hacer ver la mutua conveniencia de esta trascendental reforma.

Artículo publicado el pasado 19 de diciembre del 2009 en Milenio Diario, Estado de México

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