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Senadora Adriana González, Comisión Permanente 25 de enero 2012

Desde hace décadas, la policía mexiquense goza de una pésima reputación. Se le vincula, en el imaginario colectivo de mexiquenses y capitalinos por igual, con la corrupción, el abuso y la ineficacia. Pero más allá de lo anecdótico o de casos específicos que la autoridad podría dar por aislados, hay evidencia suficiente para pensar que se trata de un modo de actuar prácticamente institucionalizado. Muy probablemente, como advierten algunos analistas, esto se debe al hecho de que el estado de México ha vivido parcialmente y tan sólo a partir de algunas experiencias municipales, la alternancia en el poder. Esto resulta cada vez más evidente en el contexto de un proceso de profesionalización, depuración y capacitación constante de la Policía Federal y de muchas otras policías estatales en el país. Para ello, y por supuesto para cambiar radicalmente la imagen de la policía en nuestro país, resulta fundamental asegurar la honorabilidad de los agentes policiacos y dotarlos del entrenamiento y equipamiento necesario. Y eso es precisamente lo que programas federales como el del Subsidio para la Seguridad Pública Municipal (SUBSEMUN) intentan conseguir con el apoyo político y presupuestal de las entidades federativas.

Pero en el estado de México el problema tiene dimensiones descomunales. La falta de una estrategia para la profesionalización y depuración de las corporaciones policiacas estatales y municipales no sólo ha provocado el incumplimiento sistemático, desde la segunda dotación del SUBSEMUN, de las obligaciones a las que se comprometieron los municipios participantes del programa. De los 22 municipios que participaron en esta tercera ministración del programa, solo 16 cumplieron en tiempo y forma sus obligaciones, mientras que durante la segunda entrega de recursos hubo problemas serios con 18 de los 25 municipios beneficiados. También ha originado una serie de insuficiencias institucionales que agudizan los problemas de seguridad pública en el estado. El tránsito de la Agencia de Seguridad Estatal a la recién creada Secretaría de Seguridad Ciudadana en la entidad no se ha hecho acompañar, por ejemplo, de nuevos procesos de reclutamiento de policías de nuevo ingreso y evaluación de los cuerpos de seguridad pública ya existentes. Basta ver las cifras y algunos casos emblemáticos para entender a cabalidad las implicaciones de esta negligente omisión por parte de las autoridades estatales y municipales. De acuerdo con cifras oficiales, en el estado de México hay actualmente alrededor de 67 mil policías municipales, estatales y ministeriales. De ellos, solo 8 mil han sido sometidos a los exámenes que aplica el Centro Estatal de Control de Confianza. Peor aún, según reconoce el propio secretario de Seguridad Ciudadana, casi 50% de ellos no están aptos para el desempeño de su labor ya sea por problemas que van desde la obesidad hasta el consumo de drogas.  Mientras tanto, un número inconmensurable de oficiales de policía están en las calles, haciendo un trabajo deficiente o deshonesto en materia de seguridad pública y, en muchos casos, trabajando incluso para el hampa. Ahí está Germán Reyes Munguía o “M1” –como se le apodaba- quien fuera subdirector de Policía Criminal en Toluca y que presuntamente está vinculado, como integrante de una banda delictiva, con múltiples homicidios, secuestros y delitos contra la salud. Ahí está también el presunto plagiario de Diego Fernández de Cevallos, un ex policía municipal de Huixquilucan al que se le atribuyen numerosos crímenes. Estos son apenas botones de muestra de una realidad que lastima todos los días a las familias mexiquenses. Por eso, en la Comisión Permanente, exigí al Gobernador del Estado que ponga en marcha una estrategia de profesionalización y depuración de las corporaciones policiacas en la entidad. Es una tarea urgente que no admite dilaciones de ninguna especie.

Artículo publicado hoy 28 de enero en Milenio Diario, estado de México

Gráfico: Milenio Diario

El estado de México es, por mucho, la entidad federativa que mayores recursos recibe para hacerse cargo de muchas de las obligaciones intrínsecas a su naturaleza. En este mismo espacio comentamos no hace mucho la forma en que la entidad mexiquense recibió el presupuesto más alto en la historia para la provisión de servicios públicos administrados por el gobierno del estado y las autoridades de sus 125 municipios. Paradójicamente este aumento notable en la disposición de recursos no se ha acompañado de un esfuerzo importante para atender múltiples y profundas necesidades de los mexiquenses en rubros esenciales para el bienestar social y el combate a la pobreza.

Recientemente nos hemos enterado de la existencia de otro rubro del quehacer público donde el estado de México estaría recibiendo recursos cuantiosos. Me refiero al Subsidio para la Seguridad Pública de los Municipios (SUBSEMUN) con el que la Federación plantea repartir poco más de 4,300 millones de pesos a los 220 municipios del país que presentan el mayor potencial de inseguridad o vulnerabilidad delictiva de acuerdo con una serie de criterios evaluados por la Cámara de Diputados.

El objetivo de este programa-subsidio es fortalecer el desempeño de los cuerpos policíacos municipales mediante una fuerte inversión en equipamiento, capacitación y reforzamiento institucional a fin de preservar la integridad de las personas, el orden y la paz pública. De nueva cuenta, el estado de México entra al grupo de las entidades federativas más privilegiadas. En efecto, nuestra entidad es la que cuenta con el mayor número de municipios -22 en total- que recibirán, durante este 2011, recursos del Subsemun.

Si bien el programa supone un subsidio federal directo, las reglas de operación establecen un mecanismo para responsabilizar igualmente a los municipios de multiplicar esta inversión. Por cada peso que aporta la Federación, toca al municipio en cuestión aportar una inversión adicional de 30 centavos. En esta ocasión, los recursos serán distribuidos, a los municipios mexiquenses de Atizapán de Zaragoza, Chalco, Chimalhuacán, Coacalco de Berriozábal, Cuautitlán Izcalli, Ecatepec de Morelos, Huixquilucan, Ixtapaluca, La Paz, Lerma, Metepec, Naucalpan de Juárez, Nezahualcóyotl, Nicolás Romero, Tecámac, Tenancingo, Texcoco, Tlalnepantla de Baz, Toluca, Tultitlán, Valle de Chalco Solidaridad y Zumpango.

Nadie, en su sano juicio, podría objetar que municipios de tanta importancia, tal densidad demográfica y tal vulnerabilidad frente a la delincuencia reciban estos recursos. Sin embargo, y tomando en cuenta que muchos de ellos son gobernados por el mismo partido que encabeza el gobierno local, habrá que estar vigilantes de su correcta aplicación.

Peor aún, en el contexto de este año electoral en la entidad, habrá que ser especialmente escrupulosos. Pero más allá de eso, nos corresponde a toda la sociedad mexiquense, y desde luego al Sistema Nacional de Seguridad Pública, asegurarnos que se destinen esos recursos de manera eficiente a las prioridades más urgentes. Me refiero a la prevención y atención de múltiples casos de violencia contra las mujeres -especialmente los feminicidios-, la lucha contra el secuestro y la trata de personas, el combate a la extorsión telefónica y el fraude, el robo de autos, entre muchos otros delitos de alta incidencia en estos municipios. De la eficacia de este empeño, y del grado de colaboración entre las autoridades municipales y federales, depende atajar muchos de estos lastres. De ahí la importancia de recuperar la idea de una policía única por más que se opongan los de siempre, más celosos de sus prerrogativas que de sus obligaciones.

Artículo publicado el pasado 29 de enero en Milenio Diario, estado de México

 

El próximo 3 de junio, en el marco del Día Mundial del Medio Ambiente, la Organización Internacional de Energía Global y el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) entregarán a un proyecto mexiquense el prestigiado Premio Internacional de Energía Global Energy World Award. El premio, que se entregará en Kigali, Rwanda, se otorgará bajo el rubro de mejor proyecto de reciclaje de residuos industriales. Y en efecto, de entre 884 proyectos de distintas regiones del planeta, el jurado integrado por connotados expertos internacionales eligió a Mitz, un proyecto mexiquense, como el ganador en su edición 2009.

La Fundación Mitz fue creada en 2003 por Judith Achar, con el propósito de garantizar la autosuficiencia de la Casa de los Niños de Palo Solo, prácticamente la única escuela Montessori para niños de bajos recursos en México. Palo Solo es una zona de alta marginación ubicada en lo que fuera una barranca del municipio mexiquense de Huixquilucan. Desde entonces la Fundación se encargó de  capacitar a 4 mujeres indígenas y madres de familia de escasos recursos, para reciclar adecuadamente toda clase desperdicios industriales de diferentes marcas con la finalidad de convertirlos en artículos como cinturones, manteles, porta celulares, agendas, carteras, esferas navideñas, bolsas, entre otros.  Estas mujeres, dedicadas antiguamente a la denominada “pepena” de estos residuos, pudieron darse cuenta pronto del gran potencial empresarial, filantrópico y social de este proyecto sin precedentes.

Hoy el proyecto ha hecho autosuficientes a 140 madres de familia en Palo Solo que anualmente elaboran más de 150 mil productos que se exportan a Estados Unidos, Alemania, España, Italia, Inglaterra y Bélgica. Siguiendo una estrategia comercial muy exitosa, Mitz logró relaciones estratégicas con compañías como la chocolatera Mars -de la que obtiene no sólo materia prima sino cursos de capacitación de las mujeres artesanas- y con Pepsico yTerracycle, empresas que les proveen de los insumos necesarios, como residuos, envases y bolsas plásticas, para hacer sus pequeñas obras de arte. La alianza con Mars fue decisiva puesto que los productos comenzaron a venderse en las tiendas M & M en ciudades estadounidenses como Nueva York, Orlando y Las Vegas. En estas tiendas aún se comercializa prácticamente el 70% de sus productos.

El modelo no sólo brinda ingresos a estos hogares que, antes de Mitz, sufrían de un crónico desempleo sino que hace posible un modelo integral de desarrollo comunitario en Palo Solo. De las ventas totales, un 50% se destina a las artesanas que integran una cooperativa, un 20% a becas para los alumnos de la escuela primaria, mientras otro 30% se ocupa en la compra de accesorios de valor agregado, gastos administrativos y de operación de la Fundación. Por si fuera poco, los talleres y las técnicas de elaboración privilegian el trabajo hecho a mano por lo que no contaminan ni el aire ni los mantos acuíferos además de no producir ningún tóxico. De acuerdo con datos de la Fundación, hoy son más de 150 mil productos que han sido vendidos, generando más de 1 millón de dólares en ventas, más de 40 toneladas de residuos han sido recicladas y más de 2500 niños se han beneficiado con becas completas para completar su educación básica. El objetivo es que para 2012, sean 70 toneladas de residuos las que provean de becas a más de 5000 niños y, eventualmente, a más familias mexiquenses.

Por supuesto que el modelo puede y debe ser replicado en otras comunidades. Miles de comunidades indígenas en nuestro país tienen a mujeres como cabezas de familia. Son ellas quienes, a través de su trabajo, y con el apoyo de empresas y organizaciones no gubernamentales, pasan de una posición pasiva a una posición activa para su desarrollo y el de su comunidad. El alto impacto social de este tipo de proyectos debería inspirar a actores privados y gubernamentales, sociales y económicos a generar, a partir de este modelo, iniciativas similares en zonas de especial marginación en nuestro país.

En efecto, se trata de uno de esos proyectos en donde todos ganan. Ganan las mujeres que se convierten en empresarias, ganan los niños que pueden seguir estudiando, gana la comunidad que se vuelve artífice de su propio desarrollo, ganan las empresas, el medio ambiente e incluso ganan los consumidores cada vez con mayor interés buscan comprar productos del denominado “comercio justo” toda vez que encarna múltiples externalidades positivas.

Desde luego que el premio es una distinción muy importante para la Fundación Mitz. Pero quizá  lo sea aún en mayor medida para estas mujeres quienes, a pesar de sus carencias, han tomado las riendas de su propio destino mejorando notablemente su calidad de vida y la de sus familias. Sin duda, la cooperativa “Mujeres Unidas por Mitz” nos recuerda, a todos los que vivimos, y en momentos particularmente aciagos, el orgullo de ser mexiquenses.

Artículo publicado el pasado 29 de mayo en Milenio Diario, estado de México

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