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Gráfico: Milenio.Com | Columna semanal: Argumentos a debate

Ya me he referido antes al  impacto brutal que la reforma hacendaria presentada por el Presidente Peña Nieto tendría sobre el sector más dinámico de la economía: las clases medias. En esta ocasión vale la pena referirse a un despropósito quizá más perjudicial de esta reforma para la economía entera, pagar los programas de gobierno con más deuda pública. Se propone modificar la Constitución para crear la pensión universal para los adultos mayores de 65 años, que a nivel federal comenzo en el gobierno del PAN, pero a diferencia del pasado, este se financiara a través de nueva deuda ampliando el déficit al 1.5% del PIB.  De esta manera resultara insostenible en el futuro un programa que año con año incrementara sus beneficiarios y más si sólo es financiado con deuda pública.

En segundo lugar, y dado que de la recaudación de 1.4% del PIB, via el incremento del iva en la frontera y otras modalidades, principalmente se transferirá a estados y municipios, no se ve por donde se generen recursos adicionales para la inversión pública.

La combinación de estos dos factores es, en resumidas cuentas, un endeudamiento considerable que podría poner en peligro la estabilidad macroeconómica que doce años de gobiernos panistas garantizaron en todo momento y la posibilidad de contar con finanzas públicas sanas como único respaldo al crecimiento económico. En términos reales el gobierno contempla elevar sus ingresos derivados de financiamiento por un monto superior a la recaudación esperada por el IVA en 2014.

Lamentablemente, se trata de volver a las décadas de los gobiernos priístas que endeudaban al país, comprometían su desarrollo y especialmente el de las nuevas generaciones. En el contexto de una recesión económica como la que vivimos es una apuesta arriesgada poner el acento en la deuda y regresar a la década de los ochenta, es decir al aumento en poco tiempo de un endeudamiento equiparable a un porcentaje elevado del PIB.

Por si esto fuera poco, no se prevé lo que cualquier reforma fiscal integral debería establecer para generar ingresos adicionales y transmitir confianza sobre la seriedad del esfuerzo recaudatorio. Me refiero a un programa de austeridad, de reducción de salarios de la alta burocracia, de adelgazamiento del Estado  y eliminación de gastos superfluos. Pero también a políticas serias y decididas para combatir la corrupción e incrementar la transparencia en el ejercicio de los recursos públicos. De acuerdo con un reciente informe elaborado por expertos como Luis de la Calle y Carlos Elizondo, antes que cobrar más impuestos el gobierno tiene que demostrar que sabe gastar y que va en serio contra la opacidad, el dispendio y el desvío de los recursos públicos. Definitivamente esto no sucede cuando se pospone deliberadamente la conformación de una nueva agencia anticorrupción y cuando los escandalos de dispendio de los gobernadores ofende al ciudadano. Lo prometido es deuda, parece decir literalmente el Presidente cuando presenta su propuesta hacendaria.

Artículo publicado el pasado 21 de septiembre en Milenio Diario, estado de México

Foto: diarioimagen.net | Inauguración del Hospital Rural del IMSS-Oportunidades de San José del Rincón, estado de México | enero 2011

Uno de los objetivos primordiales de la administración del presidente Felipe Calderón tiene que ver con avanzar en el cumplimiento de un anhelo de gran relevancia para la sociedad mexicana. Me refiero a la posibilidad de que en México cualquier persona, independientemente de su nivel socioeconómico, su edad, su actividad laboral o cualquier otra condición, tenga acceso a un médico, medicinas y tratamiento hospitalario en caso de necesitarlo. En efecto, la denominada cobertura universal en materia de salud dejará muy pronto de ser una utopía. Hace algunos días en Ginebra, en el marco de una presentación especial para los participantes del Foro Económico Mundial, el Secretario de Salud, José Ángel Córdova Villalobos dio cuenta de una serie de avances que colocan a nuestro país en la vanguardia regional en esta materia. Según información oficial, actualmente 93 millones de mexicanos cuentan con algún tipo de seguridad social, lo cual acerca a nuestro país a la meta de cobertura universal que, en el mediano plazo, cubriría a la población total que asciende a poco más de 112 millones de habitantes.

Aunque se exprese con facilidad, la cifra alcanzada es notable desde cualquier punto de vista. En primer lugar, este avance se consigue sin una drástica reorientación del gasto público que genere vacíos en la atención gubernamental en otros rubros igualmente delicados. Si bien es cierto que el presupuesto en materia de salud aumentó notablemente pasando del 5.2% del PIB en 2000 a casi el 7% en el presente rebasando su máximo histórico de 161 mil millones de pesos, los recursos han maximizado su utilidad al concentrarse sobretodo en políticas de prevención y atención a los grupos más vulnerables. Tan sólo el gasto en prevención de enfermedades aumentó en un 20% en los últimos diez años. En segundo lugar, se consiguió a contrapelo de una crisis financiera de grandes proporciones y, por si fuera poco, en contraste con el retraso que muchos otros países registran en la materia. Es el caso de los Estados Unidos donde aún faltan 50 millones de ciudadanos en ser adecuadamente cubiertos por algún esquema de protección y seguridad social.

De tal suerte, millones de mexicanos no tendrán que destinar un porcentaje alto de sus ingresos a la atención médica de sus familiares, ni vivirán la incertidumbre que generaba, en el pasado, su situación de crónica vulnerabilidad frente a las enfermedades, los accidentes y las calamidades. De hecho, como afirmó el propio Dr. Córdova, el gasto en salud pasó de privado a público lo cual tendrá también un impacto positivo en el ingreso y el bienestar de millones de ciudadanos.

Desde luego este es el resultado de un arduo trabajo que incluye la adaptación de las mejores prácticas internacionales en la materia a la realidad cotidiana de un país como el nuestro. Entre otras medidas, destaca, por ejemplo la ampliación del Seguro Popular para la atención de enfermedades y situaciones de salud graves como la hemofilia, el infarto al miocardio y cuadros clínicos que exijan transplantes de córneas y médulas óseas. De entrada, esta ampliación implica que se atenderán anualmente entre 20 y 25 mil pacientes más en una inversión pública global anual de aproximadamente mil 800 millones de pesos. Otra de estas prácticas notables tiene que ver con las Caravanas de la Salud. Mediante este programa, se garantiza la atención médica especializada a prácticamente el 8% de la población del país que habita en zonas de difícil acceso y comunicación con el resto del país. Son ya mil 650 unidades que trabajan todos los días llevando a más 15 mil comunidades fundamentalmente rurales, servicios y atención médica de calidad. Este esfuerzo despliega también un ejército de expertos para la detección oportuna de enfermedades y, por ejemplo, la presencia del virus AH1N1 en comunidades marginadas de Oaxaca, el despliegue de campañas de difusión e identificación temprana del cáncer de mama entre otras políticas de alto impacto social.

Adicionalmente, se han venido realizando acciones de seguridad vial para disiminuir la incidencia de accidentes de carretera -de hecho, estos se han reducido en un 19% en los últimos años-, acciones de atención y prevención para casos de alcoholismo -factor asociado a terribles enfermedades, muertes prematuras y letales accidentes entre los jóvenes- así como políticas de vanguardia para el control del VIH Sida. De hecho, México es uno de los países que ha efectuado las mayores reducciones en la tasa de propagación de este virus.

Pero la cobertura universal a finales de 2011 no será la única meta a la que nuestro país llegará a tiempo. México también conseguirá, en 2015, cumplir con los Objetivos de Desarrollo del Milenio en lo que se refiere a la reducción de la mortalidad infantil. De ahí el esfuerzo tendiente a fomentar la vacunación y la lactancia materna, así como evitar enfermedades prevenibles en bebes de hasta seis meses de edad. El cumplimiento de este logro pasa también por el reforzamiento del cuadro de vacunación infantil que se ha fortalecido considerablemente con la inclusión de antídotos para la prevención del rotavirus, el neumococo y la influenza.

Por supuesto que aún hay problemas importantes que atender. El abastecimiento de medicinas en hospitales públicos, la eliminación de duplicidades, ineficiencias y ofertas diferenciadas de servicios entre, por ejemplo, el IMSS y el ISSSTE, los problemas económicos que son comunes a la financiación pública de muchos programas sociales, entre muchos otros. Sin embargo, hay un esfuerzo contínuo que, desde la creación del Seguro Popular y hasta la Cobertura Universal dan testimonio de un compromiso sistemático de los gobiernos panistas con la protección de la salud, un asunto toral para la construcción de un Estado con auténtica vocación social.

Artículo publicado el pasado 22 de enero en Milenio Diario, estado de México

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